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jueves, 13 de noviembre de 2008

Terminal Medellín

Publicado por kitsch








Viernes 31 de octubre, Juan Camilo se levanta, como de costumbre, a las 5:20 a.m. para iniciar su recorrido diario en su querido bus. En él recorre gran parte de la ciudad, sale de la Universidad de Medellín, pasa por todo el centro, al llegar a la minorista descansa un rato y después va hacia laureles y el poblado. Juan Camilo pasa quince horas de lunes a viernes en su bus, haciendo estos recorridos, y no se aburre pues el bus es como un reflejo de él, o más bien su segundo hogar. Pero hoy todo será muy diferente, Juan Camilo se va a tomar unas merecidas vacaciones a Santa Marta, a conocer el mar con su hijo de cinco años y su novia de veinte.

El bus de Juan Camilo es muy particular, tal como su personalidad colorida, extrovertida, intentando siempre sacar una sonrisa de quien se acerca a él. Ese bus refleja sus sentimientos, sus pasiones en la vida, como las mujeres, el bus esta lleno de stickers y figuritas de lata de pequeñas mujeres. Por este motivo Juan Camilo no se casó, por ellas, piensa que las mujeres son muy lindas como para anclarse a una, mas no deja sola a la suya, la madre de su hijo, la más especial para él, pues le dio el mejor regalo de su vida.


Todos los días Juan Camilo ve a su derecha el nombre de su pequeño, pegado en una ventanilla, en un gran sticker de color amarillo rechinante, el recordar a su hijo en cada momento es lo que le da el ánimo para seguir trabajando. La Virgen del Carmen siempre está presente, la tiene pegada en una ventanilla, en ella deposita toda su confianza, pues es su patrona, la de los conductores, la que lo cuida día y noche. Juan Camilo ha trabajado arduamente en la decoración de su bus, sacando dinero de su bolsillo para engallarlo, “Lo arreglo así para que la gente se sienta bien y le parezca lindo”.Y es que no falta quien se sorprenda y sonría al presionar el timbre para que pare y en vez de escuchar el sonido clásico escuche un silbido, como cuando uno llama a alguien, o no falta el que admire la bolita de billar en la barra de cambios, otra de las pasiones de Juan Camilo.


Hoy no va a trabajar, pero Juan Camilo está en su bus, desde las 6 de la mañana arreglándolo, pues está presentando algunas fallas desde hace un tiempo y no se puede ir dejándolo así. El bus ya está muy viejo, la cojinería rota y el olor a cuero desgastado no son opacados por su pintoresca decoración, es un bus de los años 80, un bus que ya debe pasar a la historia. Juan Camilo lo conduce desde 1995, “Me lo entregaron como una mujer que ya perdió la virginidad, pero jah este bus era hermoso, si estaba lleno de luces de neón”. Juan Camilo mira su bus con cierta melancolía, ya le avisaron que en estos días se lo van a convertir en chatarra.

A las 9 a.m Juan Camilo se va de afán a recoger a su familia para irse al paseo, y se despide de su bus, pensando que van a ser muy pocas las veces en las que se vuelva a sentar en su silla peluda, que confieza, a veces le sofocaba un poco, pero hacía el sacrificio por la decoración del bus, se despide de su segundo hogar, que guarda toda su escencia y que dentro de poco ya no va a existir más.